“Soy una mujer de 36 años. Cuando tenía 15 años, entré al preuniversitario y en esa etapa conocí a mi primera pareja. Provengo de una familia conservadora, donde la mujer era la encargada del hogar y el cuidado de los hijos.
“Teníamos un amor de telenovela, típico de una adolescente. Él tenía 26, yo tenía 15 años, y bueno, fue mi primera pareja sexual y mi primer novio. Todo empezó muy bien, muy bonito, pero él era muy celoso y muy controlador.
“Él me empezó a prohibir saludar a mis amistades, a mis amigos. Me empezó a prohibir hablar con ellos delante de él. Empezó a prohibir que yo bailara, que yo dibujara, que yo cantara, y estas cosas a él le molestaban, le provocaban celos. Yo, niña, no me daba cuenta, lo veía como algo normal en la pareja.
“Empecé a quedarme sin amistades, sin amigos, y mi tiempo era solamente para él. Él controlaba este tipo de cosas. Controlaba cómo me vestía. Controlaba con quién hablaba. Controlaba todo, y no podía desenvolverme como yo era realmente, siento que empecé a perder mi personalidad por completo.
“Poco a poco, fui perdiendo mi autonomía y libertad. Mi vida social se redujo drásticamente. A los 16 años, quedé embarazada. Él optó porque me lo dejara, y yo adolescente al fin dije que sí. Pero después, terminé abortando. Después de eso, me fui a vivir con él y quedé embarazada nuevamente a los 17 años. Pude terminar el 12 grado, pero me convertí en ama de casa y tuve que dejar mis estudios para cuidar de mi hija y de mi esposo, aunque a los dos años de nacer la niña nos separamos.
“Todo ese control y limitación de mi desarrollo personal se repitió en relaciones posteriores. Hoy, a mis 36 años, soy madre soltera de cuatro hijas, luchando por brindarles un futuro mejor que el que yo tuve”.
Para Diana*, la joven de este testimonio, casarse y embarazarse a tan temprana edad no solo fueron decisiones en su vida que cambiaron lo que planeó alguna vez para su futuro, sino que comprometieron su desarrollo y pusieron por delante retos que más de 15 años después aún no logra sortear.
Ella es una de las tantas adolescentes cubanas que ha vivido una historia similar, porque el embarazo adolescente sigue siendo un desafío importante para los derechos sexuales y reproductivos de las jóvenes en la nación caribeña.
*Se cambió el nombre a petición de la entrevistada.
La principal desarticulación de la fecundidad en Cuba
El 18,9 por ciento (%) de los nacimientos de 2023 en Cuba, corresponden a mujeres entre 12 y 19 años de edad. A nivel Global, se estima que el 13% de las adolescentes y mujeres jóvenes darán a luz antes de los 18 años.
Al intervenir en el debate en plenaria en esa fecha, el Doctor en Ciencias Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, subrayaba que este tema representa una disfuncionalidad en la fecundidad cubana y es una problemática presente en más de 90 municipios del país.
Un asunto que, de acuerdo con la psicóloga y demógrafa Matilde Molina Cintra, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana, sigue siendo hoy un punto de alerta y un reto para la sociedad en su conjunto.
Constituye—sostuvo la experta— la mayor desarticulación presente en la fecundidad cubana, expresada en su baja tasa global de fecundidad (TGF), que es de 1.41 hijos por mujer, y la tasa específica de fecundidad adolescente por encima de lo esperado y deseado.
La tasa de fecundidad adolescente (nacimientos por 1 000 mujeres de 15 a 19 años) se ubicaba en 2020 en 51.5, bajó a 49.2 en 2021 y volvió a subir a 50.6 en 2022, de acuerdo con el Anuario Estadístico de Salud 2022 (en su edición 51 y publicado en 2023).
Ello evidencia la resistencia a este indicador a moverse de manera sustancial, un elemento que los estudiosos insisten, no guarda coherencia con los niveles educativos y de salud de la población cubana.
Este indicador, si bien se ha reducido a lo largo de los años en términos generales (en el año 1995 se ubicaba en 60.2), difiere entre los territorios, muestra patrones preocupantes y se eleva incluso por encima de la media nacional. Las investigaciones en este campo evidencian que se mantiene la resistencia al descenso notable de la fecundidad adolescente, fundamentalmente en la zona oriental del país.
Seis provincias cubanas están por encima de ese indicador: Las Tunas, Granma, Guantánamo, Camagüey, Santiago de Cuba, Ciego de Ávila. “Son todas provincias con más defunciones que nacimientos, menos Guantánamo, pero esa base de nacimientos está sobre la base de fecundidad adolescente”, alertaba entonces Antonio Aja.
“Estamos hablando de niñas entre 12 y 19 años”, insistía el demógrafo, al llamar la atención de que “detrás de la fecundidad adolescente hay problemas sociales en la familia, que se transmiten de una generación a otra. La hija de una madre adolescente, muchas veces termina siendo también madre en edades tempranas de la vida”, apuntaba.
La tendencia a la disminución de los nacimientos totales en el país, si bien ha sido un punto de mira en el escenario demográfico, no es, a juicio de la profesora Molina Cintra, el elemento de mayor preocupación, si tenemos en cuenta que el aporte de las adolescentes a la fecundidad general del país sigue aumentando.
Las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) son ilustrativas: El 16.7 % del total de nacimientos en Cuba en 2019 se correspondió con los partos de las jóvenes entre 15 y 19 años de edad, cifra que aumentó a 17% en 2020, a 17.1% en 2021 y para el año 2022 ya estaba en el 17.9%, superando al año siguiente el 18%. Ello no significa que no existan nacimientos por debajo de los 15 años, si bien son menos.
El ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, en julio de 2023 ante la Asamblea Nacional del Poder Popular afirmaba que una problemática aún mayor dentro de la propia fecundidad adolescente es el incremento, cada vez más, de los embarazos en edades todavía más tempranas, por debajo de los 15 años.
“Al cierre de junio de 2018 la fecundidad adolescente entre los 12 y 14 años representaba el 3.8% del total de gestantes adolescentes, mientras que al finalizar junio de 2023, ese indicador aumentó a 5.4%. Las provincias donde más crece este porcentaje son Santiago de Cuba, Granma y Las Tunas”, precisaba entonces Portal Miranda.
Las investigaciones demográficas en ese sentido dan cuenta que en relación a un descenso en la fecundidad adolescente, este es más lento y menos pronunciado en el grupo de 10 a 14 años en comparación con el de 15 a 19 años.
En ese mismo debate, la vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba, Yamila González Ferrer, sostenía que hay más de una mirada de análisis ante este problema, que pasa por la cultura jurídica que tengamos alrededor de este fenómeno.
“Cuando vemos a una niña de 12 años con un hombre de cuarenta o de 20 tiene que quedarnos claro que es un delito de violación, porque es una menor de edad. Necesitamos que nuestros médicos y maestros se capaciten. En esto se deben preparar todas las personas”, apuntaba.
González Ferrer se refirió además al derecho de las niñas a decidir sobre sus cuerpos. “Hoy tenemos establecidos que esa interrupción voluntaria de embarazo tiene que ser con el consentimiento de los padres, pero muchas veces son las madres y padres los que las incentivan a tener embarazos e incluso a mantener relaciones de pareja con hombres mayores”, afirmaba.
Continuar con la Parte II: ¿Qué caracteriza la fecundidad adolescente? (Parte II)
Tomado de Cubadebate
Por Lisandra Fariñas Acosta